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La conducción asistida por ordenador transformará nuestra concepción del tráfico rodado.

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Guiar un automóvil o un camión por una carretera serpenteante parece sencillo: basta con observar la posición del vehículo en el carril y regular la dirección para mantenerse centrado. Pero en realidad se trata de una actividad mucho más compleja. El conductor debe procesar una imagen visual del entorno externo, la información que le dan los instrumentos internos del vehículo y las percepciones sensoriales que le llegan de volante, asiento, acelerador y frenos.

Con la práctica, los conductores desarrollan un modelo interno del comportamiento dinámico de sus vehículos que les permite prever la dirección que tomará el automóvil o camión en respuesta a un determinado movimiento del volante. Sin embargo, con la creciente sofisticación de los vehículos, con conexiones por Internet, sistemas de navegación y sistemas de comunicación móvil, el conductor “multitarea” debe procesar cada vez más información.

El caso es que a los humanos no se nos da muy bien el pilotaje de vehículos. Cada año, solo en Norteamérica y Europa hay más de 60.000 accidentes de circulación con víctimas mortales. La seguridad viaria es una cuestión social de primer orden y los gobiernos gastan cantidades ingentes en mejorar las infraestructuras y los vehículos y en concienciar a los conductores.

En este contexto, la conducción de vehículos asistida por ordenador es una vía explorada por empresas y universidades con resultados notorios. Hoy existen sistemas de conducción altamente automatizados que, en teoría, podrían eliminar del todo los accidentes mortales.

De hecho, algunos sistemas avanzados de asistencia al conductor ya se están comercializando. Uno de ellos es el asistente de aparcamiento: el conductor pasa lentamente junto a un espacio para aparcar y los sensores del vehículo miden su tamaño. Si el espacio es suficiente, el asistente guía al vehículo durante la maniobra y el conductor sólo usa el freno.

Otro sistema es el asistente de mantenimiento de carril, una versión de conducción lateral automatizada que procesa imágenes de cámaras para estimar la posición del vehículo respecto a los marcadores de carril de la carretera. Si el vehículo está a punto de cruzar los marcadores de carril, el sistema interviene y conduce al vehículo de nuevo hacia el centro del carril.

Aún otro es el control de crucero adaptativo, un tipo de control longitudinal automatizado. Funciona como un control de velocidad constante, pero también utiliza un radar para detectar objetos metálicos. Al detectar al vehículo que le precede, el sistema puede mantener una distancia de seguridad.

A lo largo de la próxima década, probablemente llegarán al mercado sistemas de conducción automatizada aún superiores. El proyecto HAVEit, dedicado al desarrollo de vehículos altamente automatizados, ha desarrollado y probado un autopiloto temporal que permite a un automóvil desplazarse a velocidades de hasta 130 kilómetros por hora con control lateral y longitudinal, utilizando una combinación de tecnologías existentes como el asistente de mantenimiento de carril y el control de crucero adaptativo. El sistema autopiloto detecta los límites de velocidad y la presencia de obras en la carretera, y mantiene una distancia suficiente respecto al vehículo delantero a la vez que se mantiene en el carril a una velocidad preestablecida. Según Volkswagen, será posible fabricar este sistema en serie dentro de cinco años.

Google ha desarrollado automóviles autodirigidos equipados con sensores, herramientas de navegación e inteligencia artificial que ya han recorrido muchos kilómetros con ingenieros supervisores en el asiento delantero. Ahora, el estado de Nevada ha autorizado la realización de pruebas sin conductor en las vías públicas.

¿El ordenador ha suplantado por fin al ser humano como conductor? ¿Se acabará automatizando la conducción en aras de una mayor seguridad?

Según Achim Beutner, investigador de Tecnología e Investigación Avanzadas del Grupo Volvo y miembro del comité rector del programa HAVEit, la finalidad de estos sistemas es facilitar la tarea del conductor, sin privarle del placer de conducir.

“El conductor se convertirá en supervisor cuando le apetezca”, dice Beutner. “Una expresión que se utiliza a menudo es ‘driver in the loop’. Significa que el sistema automatizado se encarga de una determinada tarea de control, y que el conductor lo supervisa y puede recuperar el mando del vehículo en cualquier momento”.

Por supuesto, la interfaz entre el vehículo y el conductor es fundamental para el éxito de la conducción automatizada. Los conductores deben sentirse a gusto en su papel de supervisor, permitiendo al vehículo controlar determinadas funciones pero conservando la responsabilidad como pilotos, incluso si está activada una función de control automatizado. Es un proceso de aprendizaje. Por su parte, los fabricantes deben encontrar formas de impedir el uso incorrecto de los sistemas de conducción automatizada, para evitar posibles accidentes.

Beutner afirma que el coste de los sistemas automatizados no se considera un obstáculo significativo, ya que el equipamiento puede estar basado en sensores, software y sistemas electrónicos ya integrados en la producción en serie. Donde sí habrá un rediseño radical es en los automóviles sin piloto humano. Al haber más seguridad en la conducción, la protección del conductor y la seguridad en los choques perderán importancia y algunos instrumentos del tablero de mandos pasarán a ser innecesarios.

Uno no puede sino preguntarse: ¿qué aspecto tendrán los automóviles de nuestro futuro?