Reciclando belleza
Scott Hamlin ha encontrado el nicho perfecto para su empresa Looptworks: reciclar textiles sobrantes y convertirlos en hermosos bolsos, accesorios y prendas.
Datos
Scott Hamlin
Nacimiento: 15 de junio de 1968
Aficiones: Surf, senderismo, ir en bicicleta al trabajo
Lema de su empresa: “Vemos belleza en lo que sobra y le aplicamos diseño para crear productos asombrosos”.
Empleados: 12
Ingresos en 2015: “Más de 1 millón y menos de 10 millones de dólares estadounidenses”.
Las aspiraciones profesionales y los valores medioambientales del diseñador textil Scott Hamlin nacieron en una acequia, la que había delante de la casa de su infancia en Eugene, Oregón. Hamlin tenía 10 años y deseaba fervientemente ganar un premio especial por la campaña “Keep Oregon Green” de su escuela, parte de una consolidada iniciativa estatal para reducir el riesgo de incendios forestales. Limpió la acequia, sacó el material combustible y finalmente recibió su recompensa, una pegatina. Pero mucho más importante que ese pequeño reconocimiento, explica, fue el despertar de su sentido de supervisión y cuidado del entorno.
“Ese sentido de deber formó parte de mi infancia en Oregón y se acabó convirtiendo en parte de mí como persona”, dice Hamlin, de 47 años.
Quería utilizar el diseño y la creatividad para crear productos bellos.
Scott Hamlin
Hamlin primero estudió administración de empresas y marketing, pero acabó egresando como licenciado en periodismo y publicidad. Atleta comprometido, esperaba clasificarse para el equipo olímpico de 1992 pero se lesionó los isquiotibiales poco antes de las pruebas de clasificación. Así que pasó a su plan B: trabajar en la pujante industria de indumentaria deportiva de Oregón. Su primer empleo fue en Adidas, donde acabó dirigiendo las operaciones de la empresa en Brasil. Luego fue director de diseño de Jockey International antes de ser nombrado director global de producto de Royal Robbins, una empresa de indumentaria para actividades al aire libre con sede en San Francisco. En Royal Robbins, Hamlin descubrió que la sostenibilidad era un factor cada vez más relevante en la elección de los textiles que podía usar en sus diseños. Las opciones preferibles eran algodón orgánico, bambú y tejidos hechos con soja.
“Pero estábamos introduciendo esos textiles en un sistema que era disfuncional”, dice Hamlin. “También me tocaba recibir las facturas por el ‘material sobrante’, es decir, el material que no utilizábamos en el diseño, desarrollo y fabricación”.
Hamlin se dio cuenta de que Royal Robbins no era la única empresa que generaba grandes excedentes. Por lo general, el sector global de calzado y confección solo usa entre el 70 y el 85% del material que compra, y desaprovecha hasta la tercera parte de unos tejidos perfectamente viables que, literalmente, quedan abandonados en el suelo de la sala de corte o de la fábrica. Influenciado por el libro sobre la fabricación de bucle cerrado, Cradle to Cradle, del arquitecto William McDonough y el químico Michael Braungart, Hamlin decidió que era un buen momento para crear su propia empresa para eliminar los excedentes textiles. Hamlin fundó Looptworks en 2009 con la misión de reciclar los excedentes y convertirlos en productos asombrosos.
“Quería utilizar el diseño y la creatividad para crear productos bellos”, dice Hamlin. “Pero también quería dejar en evidencia a una industria textil desfasada y disfuncional”.
Looptworks empezó recogiendo “excedentes” textiles no transformados (Hamlin se niega a utilizar la palabra “residuos”) para convertirlos en camisetas, chaquetas y otras prendas para la vida activa. El año siguiente, Looptworks descubrió un nicho de mercado rentable: convertir trajes de neopreno sobrantes en accesorios para laptops y tabletas.
Looptworks paga casi todos los textiles que usa con dinero. “Tenemos que justificar el material desde el punto de vista empresarial; si lo podemos usar, intentamos comprarlo, preferentemente pagando más de lo que pagaría un mayorista”.
Hamlin explica que la producción textil supone una parte importante de la huella de carbono y también de la huella de agua de una prenda o un zapato.
Por eso, el reciclaje supone una transformación importante de materiales sobrantes. Hamlin calcula que, desde su creación, Looptworks ha conservado para el entorno casi 227 millones de litros de agua, gracias a la reutilización de textiles. Sin embargo, está convencido de que el reciclaje es solo un paso intermedio hacia una forma aún mejor de tratar los materiales, a saber, la creación de sistemas de bucle cerrado. Todo lo que ya no sirva, desde botellas de plástico hasta calzado deportivo, en vez de llevarse al vertedero o incinerador, dice, debe descomponerse en sus materiales de origen más simples. En la indumentaria, sin embargo, al igual que en muchos otros sectores, los materiales de origen están mezclados. Por ello, no es posible separar los populares tejidos de algodón-poliéster-Lycra® en sus tipos de fibra constituyentes para el reciclaje.
Hace poco, una remodelación de los aviones de Southwest Airlines obligó a cambiar 80 000 fundas de asiento de cuero (17 hectáreas de cuero). Looptworks utilizó las fundas para diseñar una línea elegante de monederos, bolsos y maletas. Aunque reciclar el cuero era mucho mejor que llevarlo al vertedero o incinerarlo -y Looptworks ofrece una garantía de por vida en los productos reciclados-, no es suficiente, afirma Hamlin, en una era de creciente escasez de recursos.
“Por su propia supervivencia, interesa a las empresas plantear su integración en economías circulares de bucle cerrado”, explica. “Ya se empieza a ver en forma de iniciativas de ‘responsabilidad ampliada del productor’”.
Pocas empresas tienen la logística inversa necesaria para recoger los productos cuando ya no sirvan y existen pocos incentivos actualmente para implantar la refabricación, continúa Hamlin. Pero cree que, durante la próxima década, la química ecológica producirá soluciones enzimáticas capaces de separar tejidos mezclados.
“Hoy, las grandes marcas de moda, como Levi’s y H&M, empiezan a recoger indumentaria”, dice Hamlin. “El próximo paso es el cambio conductual, es decir, cuando las empresas que actualmente recogen indumentaria consiguen transformarla en materia prima viable para nuevos productos. Siento un optimismo prudente; puede haber muchos casos de reciclaje antes de que finalmente lleguemos a los bucles cerrados”.