Selección natural
La naturalista Janine Benyus es una de las impulsoras de la bioimitación. Defiende que, si estudiamos y adaptamos los perfiles, modelos y sistemas de la naturaleza, encontraremos la respuesta a muchos problemas de diseño e ingeniería.
Datos
Janine Benyus
Nacida en: 1958, Nueva Jersey, EE.UU.
Trayectoria profesional: Co-fundadora y consejera de Biomimicry 3.8, presidenta del Biomimicry Institute y profesora de escritura interpretativa en la Universidad de Montana.
Formación académica: Universidad Rutgers de Nueva Jersey, gestión de recursos naturales, literatura inglesa y escritura creativa.
Aficiones: Remo, esquí, senderismo, ciclismo y coleccionar muebles retro de estilo modernista danés.
Libros que ha escrito: Biomimicry: Innovation Inspired by Nature (1997), Beastly Behaviors: A Zoo Lover’s Companion (1993), Northwoods Wildlife: A Watcher’s Guide to Habitats (1989), entre otros.
Premios y distinciones: El Premio de Gotemburgo al Desarrollo Sostenible de 2013 (co-patrocinado por SKF), el Premio Heinz de 2012, el Premio Campeones de la Tierra (Ciencia e Innovación) de 2009 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y muchos otros. En 2008, la revista Time la proclamó Héroe del Planeta.
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El interés de Janine Benyus por el mundo natural –y por cómo sacarle partido– despertó cuando era aún muy joven.
Pionera de la bioimitación, que consiste en adaptar conceptos del mundo natural para aplicarlos a nuestro entorno, Benyus dice que de niña era una “chiflada de la naturaleza” y una apasionada de la observación. Cuando tenía 12 años vivía en un barrio residencial de Nueva Jersey, Estados Unidos, y solía ir a un prado cercano para dibujar y catalogar los insectos y las plantas que veía.
Su manera de entender el vínculo entre naturaleza y ser humano cambió para siempre cuando el prado en el que jugaba apareció un día cubierto de postes, listo para ser urbanizado. “La mayoría de los que trabajan en temas de sostenibilidad han pasado por experiencias similares”, dice Benyus. “En mi caso, fue bastante instructivo”.
La pérdida de su querido prado ayudó a Benyus a elegir el rumbo que quería tomar en su vida. “De alguna manera, quería transmitir a otras personas mi pasión por la naturaleza”.
Tras el bachillerato, Benyus se licenció en ciencias forestales y en literatura inglesa y escritura creativa, compaginando sus estudios con un periodo de prácticas en el Servicio Forestal de Estados Unidos.
Tras licenciarse, escribió tres libros divulgativos, muy bien acogidos, sobre la flora y fauna norteamericanas, además de un libro sobre comportamiento animal.
Mientras los escribía, se interesó mucho por el contexto que lleva a plantas y animales a adaptarse a distintos hábitats, y la forma que tienen de hacerlo. “Me aficioné a las adaptaciones en general”, dice.
“Por ejemplo, ¿por qué pueden los camellos almacenar agua? o ¿cómo funciona el sistema de intercambio de calor que los pingüinos tienen en los pies?”.
Por aquella época, Benyus también empezó a coleccionar artículos científicos sobre cómo los humanos imitaban a la naturaleza. Entre ellos, los del biólogo Frank Fish, que había descubierto que diseñar el ala de un avión reproduciendo los bordes ondulados de la aleta de una ballena jorobada reducía la resistencia aerodinámica en un 32%.
El trabajo de campo de la propia Benyus reveló muchas innovaciones naturales más que los diseñadores podían aprovechar. Esos descubrimientos la llevaron a escribir el libro Biomimicry: Innovation Inspired by Nature, publicado en 1997.
Según Benyus, la bioimitación se basa en el concepto de que muchos de los problemas de diseño e ingeniería a los que nos enfrentamos hoy en día se parecen a los que tuvieron que resolver las diversas formas de vida que pueblan la Tierra desde hace más de 3.800 millones de años. A lo largo de ese tiempo, la naturaleza ha encontrado soluciones eficaces y eficientes para muchos problemas. “Se trata de comprender e imitar las soluciones que nos brinda la naturaleza, y aplicarlas a problemas humanos”, explica.
Benyus afirma que existen muchos ejemplos de cómo la bioimitación ha sido aplicada con éxito. Por ejemplo, una empresa ha aprovechado la capacidad que tienen los arrecifes de coral para crear exoesqueletos duros y ha desarrollado un tipo de cemento que captura media tonelada de CO2 por cada tonelada de hormigón producido.
Por su parte, los estudiantes del Instituto Tecnológico de California estudiaron los vórtices que producen los bancos de peces para desarrollar aerogeneradores de eje vertical que generan diez veces más energía que un parque eólico tradicional.
El primer libro de Benyus sobre la bioimitación suscitó un enorme interés en el mundo empresarial. Firmas como Boeing, General Electric y Nike le pidieron que las visitara para “incorporar a un biólogo a su mesa de diseño”.
Como científico, Benyus carecía de los recursos necesarios, por lo que se unió a una candidata doctoral para crear la empresa de inteligencia biológica Biomimicry 3.8. Hoy, la empresa dispone de una red mundial de consultores y ha colaborado con unos 250 clientes. El “3.8” del nombre hace referencia a los años que lleva habiendo vida en la Tierra.
La bioimitación es un concepto cada vez más aceptado y reconocido. Más de 10.000 académicos trabajan en la materia y el campo cuenta con tres revistas científicas especializadas. Hay unas 30 redes regionales repartidas por el mundo que se dedican a la bioimitación, y en 2012 se publicaron unos 1.800 artículos académicos sobre el tema y se concedieron 67 patentes asociadas.
“Vamos avanzando”, dice Benyus. “Contar con un biólogo en cada mesa de diseño no es ninguna locura. Es una idea buenísima que empieza a convertirse en realidad”.