Copias peligrosas

Las falsificaciones de productos no sólo destruyen el valor de las marcas que imitan, sino que ponen en peligro el negocio y la vida de sus compradores desprevenidos.

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Las falsificaciones de productos no sólo destruyen el valor de las marcas que imitan, sino que ponen en peligro el negocio y la vida de sus compradores desprevenidos.

Industria

El autor de esta nota confiesa que una vez compró un anorak de esquí falsificado. No lo hizo intencionalmente: la prenda parecía auténtica, sólo un poco más barata, aunque el lugar donde la compró –un puesto ambulante en el viejo Mercado de la Seda de Pekín– debería haber despertado sospechas. Pero las verdaderas cualidades de la falsificación sólo se hicieron evidentes al ponerse el anorak para esquiar. El frío se filtraba nada más dejar de moverse y la transpiración no podía salir. Llevarlo era como estar envuelto en una bolsa de plástico y, frente a un esquiador que llevaba el artículo auténtico, la prenda falsificada claramente no daba la talla.

Falsificar es el acto de copiar un artículo o producto con la intención de representar engañosamente su contenido u origen con fines de lucro. El término suele aplicarse a la falsificación de dinero y documentos, pero también puede utilizarse para relojes, ropa, software, productos farmacéuticos y piezas mecánicas. Incluso se han falsificado motocicletas y coches enteros. A veces el producto falso tendrá un embalaje idéntico al producto genuino y se venderá por un precio similar; en otras ocasiones, un producto claramente falso simplemente se venderá a un precio inferior. Sin embargo, en ambos casos, los productos falsificados se habrán creado con materiales de baja calidad y procesos de fabricación de menor coste que los originales, por lo que serán de calidad inferior.

Hoy, la falsificación de marcas de prestigio está cada vez más extendida. Durante 2007, las autoridades aduaneras de la Unión Europea confiscaron un 17 por ciento más de productos falsificados que el año anterior. Se trata de una estimación moderada del incremento real del comercio de falsificaciones, ya que las ventas por Internet han supuesto un aumento sustancial del número de partidas pequeñas. Casi el 60 por ciento de los productos falsificados confiscados proceden de China. El 75 por ciento de los fármacos falsificados parten de la India y Suiza. El fármaco más falsificado actualmente es Viagra y es fácil comprar pastillas falsificadas por Internet.

La falsificación tiene consecuencias más graves que comprar un producto parecido a un reloj Rolex o un anorak de esquí a un precio de ganga. Puede devaluar una marca, destruyendo la confianza en un nombre que se ha ido construyendo con esmero y dedicación a lo largo de muchos años. Puede tener un fuerte impacto negativo en la actividad de una empresa, amenazando la subsistencia de sus trabajadores y, sobre todo cuando se trata de componentes críticos o productos farmacéuticos, puede poner en peligro la vida de las personas.

El negocio de las falsificaciones probablemente es tan antiguo como el propio dinero. Algunos de los primeros ejemplos conocidos datan del 600 a. C., cuando se acuñaron monedas extraoficialmente para aumentar las existencias, muchas veces limitadas, de monedas auténticas. Mil años después, la falsificación era una práctica insidiosa y establecida, y era habitual acuñar monedas con metales menos preciosos que los de las auténticas.

Las autoridades solían castigar estas actividades clandestinas con dureza; la falsificación de monedas se consideraba una forma de traición, ya que podía desestabilizar la economía entera de un país. En China, en 1162, el Emperador Gaozong de la Dinastía Song ejecutaba a los falsificadores de monedas y recompensaba a los que los delataban. En Inglaterra, en 1690, Thomas y Anne Rogers fueron condenados a muerte por cercenar virutas de metal de las monedas. Él fue ahorcado y descuartizado; ella fue quemada en la hoguera.

La falsificación de dinero se hizo más pronunciada con la introducción del papel moneda, y se convirtió incluso en un arma de guerra. Los británicos inundaron las colonias americanas con billetes falsos, durante la Guerra de la Independencia; Operation Bernhard, un plan alemán para desestabilizar a las potencias aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, tenía la misma
intención.

Hoy, las falsificaciones son un arma utilizada por los inescrupulosos para lucrarse a costa de los incautos e incide en casi todos los ámbitos de nuestra vida diaria. Hay incontables casos de gente que enferma o muere después de consumir alimentos adulterados o comprar bebidas alcohólicas a las que se ha añadido glicol o el tóxico alcohol metílico. La carne de animales rechazados o enfermos a veces se incluye ilícitamente en otros productos cárnicos. Productos de aseo cotidianos como champús o jabones con marcas conocidas se pueden imitar con ingredientes que ponen en peligro la salud de sus usuarios, como la falsificación del detergente Blue Horizon en Gran Bretaña en 1994. El producto falsificado contenía sosa cáustica, que producía quemaduras en la piel.

El uso de productos falsificados en aplicaciones críticas para la seguridad también puede poner vidas en peligro. En 1978, la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense ordenó la retirada de bombas cardíacas después de descubrir que tenían válvulas falsificadas. En 1989, un avión Convair 580 con 55 personas a bordo cayó sobre el Mar del Norte por usar recambios falsos. Han aparecido piezas falsificadas en una variedad de aviones militares en los Estados Unidos. Y, en 2007, la Administración Federal de Aviación, la entidad que regula el transporte aéreo en EE. UU., advirtió sobre la existencia de rodamientos falsificados que se montaban en determinados helicópteros. Incluso se han descubierto piezas falsificadas en transbordadores espaciales aunque no hay pruebas hasta la fecha de que hayan causado fallos de componentes. Por otra parte, la Asociación Internacional de Fabricantes de Motores y Equipos estimó que la falsificación de piezas de coche era un negocio que movía 12.000 millones de dólares al año y crecía rápidamente.

Hay otra faceta de la compra de productos falsificados y es su relación con el crimen organizado. Si esos fabricantes están dispuestos a copiar ilegalmente un artículo para engañar y lucrarse de un comprador confiado, tampoco tendrán reparos en explotar a sus trabajadores, recurrir al trabajo infantil y hacer caso omiso de las normativas medioambientales.

Aleccionado por la experiencia con el anorak falsificado, busqué un distribuidor autorizado y compré el artículo auténtico. Ahora el anorak y su propietario se pueden ver, trabajando juntos con total comodidad, cada invierno y principios de primavera en los Alpes austríacos. Sin transpiración.

Lucha contra las falsificaciones
Para SKF, y también para otras marcas de calidad, las falsificaciones plantean un problema serio. SKF está tomando medidas para evitar que sus clientes caigan víctimas del engaño.

Hay una percepción generalizada –y errónea– de que los rodamientos falsificados sólo existen en Asia o que un rodamiento falso se vende por mucho menos que el producto auténtico. Pero los rodamientos falsificados generalmente se venden a precios muy similares a los artículos genuinos y se pueden encontrar en todos los países, sin excepción.

Esta situación se ve agravada por el hecho de que no todos los clientes se aseguran de comprar sus rodamientos SKF a distribuidores autorizados. El vendedor podría decir que la marca es SKF y el embalaje puede parecer auténtico. El resultado es que el cliente acaba engañado y paga un precio muy superior a lo que vale el producto inferior que ha comprado.

El factor más importante en la lucha contra las falsificaciones es concienciar a los usuarios sobre el riesgo de comprar productos falsificados. El coste de retirar máquinas en las que se han montado productos falsificados puede ser bastante alto. Si el producto se monta en una aplicación crítica, esos productos pueden causar daños importantes y –en el peor de los casos– poner vidas en peligro.

La mejor manera de salvaguardar la autenticidad es comprar a través de Distribuidores Autorizados SKF. SKF utiliza marcas especiales contra la falsificación que permiten a su personal identificar rápidamente las imitaciones.

SKF también está colaborando activamente con las autoridades locales para la supresión de esta actividad ilegal. Con la ayuda de SKF, la policía ha hecho redadas y confiscado bienes en varios mercados. SKF también colabora con las autoridades aduaneras para evitar que los productos falsificados crucen las fronteras.

A los clientes que sospechen que han recibido un producto SKF falsificado, se les aconseja que se pongan en contacto con SKF, indicando cuándo y dónde compraron los productos.