Emoción sin precio
Los tuk-tuks forman parte del paisaje urbano en muchas ciudades de Asia. Uno de los retos del viaje en estos taxis es negociar el precio. Pero ya hay ayuda.
Los tuk-tuks forman parte del paisaje urbano en muchas ciudades de Asia. Uno de los retos del viaje en estos taxis es negociar el precio. Pero ya hay ayuda.
Industria
Para el forastero, subir a un tuk-tuk en cualquiera de las muchas ciudades asiáticas en cuyas calles se agolpan es una experiencia que no se olvida fácilmente. También conocidos como autorickshaws, estos taxis de tres ruedas, impulsados por un motor de escúter o de motocicleta pequeña, se desarrollaron como una solución de transporte de alta maniobrabilidad en las congestionadas calles de los centros urbanos. El conductor está sentado delante y dirige el vehículo con un manillar; en el asiento de atrás suele haber espacio para dos pasajeros o más. Hay una especie de
techo pero, aparte de eso, poca protección contra la meteorología o los choques.
Parte de la emoción de un recorrido en tuk-tuks es negociar el precio del viaje. En Bangkok, Tailandia, puede convertirse en una discusión bastante acalorada, a pesar de la fama de la amabilidad de los tailandeses. Una vez acordado el precio, el tuk-tuk sale disparado, pasando vertiginosamente entre las filas de vehículos atascados, con escasos milímetros de margen. Ser pasajero exige nervios de acero.
Pero al menos en la India, un viaje en bajaj (como se llaman allí) puede ser una transacción más precisa, gracias a la implantación de un taxímetro. El taxímetro utiliza una solución sensorizada de rodamiento y eje de SKF que convierte el movimiento rotativo del motor en una serie de impulsos digitales que luego se procesan y visualizan como el precio del viaje para el pasajero.
Desarrollado por la Unidad de Negocio de Productos Eléctricos y Vehículos de Dos Ruedas, la solución de rodamiento y eje para el taxímetro puede acoplarse sin problemas al motor y asegura mediciones y precios precisos. Una vez colocado, no se puede manipular.
Aun con el taxímetro instalado, el viaje puede ser una experiencia asombrosa, pero al menos uno se ahorra la discusión sobre el precio.