¿Es big data el Gran Hermano?
Los dispositivos tecnológicos que usamos diariamente pueden agilizar y simplificar muchas tareas, pero también dejan un rastro electrónico de casi todo lo que hacemos. Esta gran cantidad de datos está disponible para que innumerables empresas y gobiernos los analicen y usen a su antojo.
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Los recelos respecto a big data han crecido desde que Edward Snowden, ex subcontratista de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, revelara información secreta sobre el espionaje masivo por parte del gobierno de las comunicaciones telefónicas y por correo electrónico en los Estados Unidos.
¿Qué se está recopilando exactamente y quién lo está recopilando? Nadie lo sabe a ciencia cierta.
Desde publicaciones en Facebook y tweets hasta transacciones por tarjeta de crédito y viajes en subterráneo, casi todo lo que uno hace crea puntos de datos que están siendo recopilados y potencialmente utilizados por gobiernos y organizaciones para sus propios fines.
Big data es un término asignado a conjuntos de datos tan extensos que no pueden manejarse mediante software o sistemas tradicionales de administración de bases de datos. A menudo, la gente que aporta estos datos no tiene idea de lo que ocurre con ellos.
Suena escalofriante, y lo es. Pero Steven Gray, especialista en análisis de big data del Centro de Análisis Espacial Avanzado de University College London, afirma que la recopilación de big data llegó para quedarse. Y va a seguir creciendo.
“A medida que incorporemos más tecnología en nuestro hogar y nos volvamos más dependientes de esta tecnología en nuestra vida cotidiana, vamos a generar más datos que pueden ser extraídos y utilizados de alguna manera”, sostiene Gray.
El término big data se ha convertido en parte del lenguaje vernáculo en los últimos cinco años, debido a la explosión de información generada por los usuarios de smartphones. PricewaterhouseCoopers (PwC) calcula que todos los días se crean 2,5 quintillones de bytes de datos, y el 90% de estos datos mundiales se ha creado en los dos últimos años.
Pero el concepto de big data y el desafío de procesar esos datos no es nuevo, sino que ha existido desde que se empezaron a utilizar las computadoras centrales en la década del cincuenta. La diferencia actual es que la tecnología es más poderosa y puede extraer más datos que nunca antes.
Los gobiernos y las organizaciones tienen a su disposición un conjunto de herramientas en permanente crecimiento para el análisis de big data compuesto por programas de computación automatizados, software especial y algoritmos. Pueden utilizar estas herramientas para buscar, extraer y analizar grandes cantidades de datos públicos provenientes de Internet, de sus propias bases de datos internas y, con el permiso de los operadores, de redes telefónicas. El valor de mercado de dichos datos ya ha alcanzado la cifra de 10.000 millones de dólares estadounidenses (8600 millones de euros) y PwC espera que para 2017 sobrepase los 53.000 millones de dólares (42.500 millones de euros).
Para las empresas, big data ha adquirido la misma importancia que la experiencia y la intuición en el proceso de toma de decisiones, afirma John Studley, líder de análisis de datos en PwC de Australia.
“Las nuevas herramientas de software permiten buscar datos existentes y extraer los elementos que se necesitan para luego diseccionarlos de diferentes maneras o combinarlos para realizar un análisis predictivo”, sostiene. “Estas herramientas de software son relativamente baratas en comparación con el dinero que pueden generar. Alrededor de un tercio de las empresas a las que hemos encuestado actualmente hacen un uso mucho mayor de big data en la toma de decisiones, y esto triplica los beneficios que tenían antes de usar los datos”.
Los conjuntos de datos, como las transacciones de venta y los datos de clientes, ofrecen a las empresas un profundo conocimiento de los hábitos de compra de sus clientes, que puede utilizarse para personalizar publicidad y ofertas.
Un buen ejemplo es la empresa estadounidense Amazon, que utiliza un motor de recomendaciones para realizar sugerencias a los clientes, basadas, en parte, en las compras que realizaron anteriormente.
Pero a pesar del incremento en el uso de big data, muchos altos directivos todavía confían en sus corazonadas, y pagan un alto precio. PwC calcula que Australia perdió 48.000 millones de dólares australianos (33.500 millones de euros) en beneficios económicos en 2013, porque las compañías no hicieron pleno uso de big data.
Las aplicaciones de big data van mucho más allá del mundo corporativo. También usan big data los organismos policiales para detectar posibles delitos antes de que ocurran, optimizar los sistemas de transporte público e incluso identificar brotes de enfermedades contagiosas.
¿Pero la gente obtiene algo a cambio de sus datos?
La respuesta es sí, dice Gray. Señala al asistente personal virtual Google Now como ejemplo de cómo los individuos se benefician directamente al ceder parte de su privacidad.
Entre otras cosas, Google Now puede explorar su calendario y ubicación, y luego combinar esos datos con la última información del tránsito para recomendarle a qué hora le conviene partir para una reunión. “A los usuarios no les molesta brindar datos personales si a cambio obtienen algún beneficio”, explica Gray.
Pero desde que Snowden destapó el programa de espionaje del gobierno de los EE. UU., crecieron las preocupaciones sobre qué cantidad de datos se recopilan y qué uso se les da.
Según una encuesta realizada por la Global Research Business Network, casi un tercio de los ciudadanos británicos y estadounidenses recelan del uso que hace su gobierno de sus datos. Al menos el 40% afirma estar “muy preocupado” por cómo son utilizados.
Gray reconoce que los datos recopilados y, en especial, la combinación de diferentes conjuntos de datos, pueden ser utilizados en forma indebida, pero sostiene que muchas de las preocupaciones son exageradas.
“Se tiene una imagen mental de que existe una sola persona sentada frente a una computadora, en algún lugar, con todos los datos, que puede acceder a nuestra vida privada”, afirma Gray. “En realidad, lo que ocurre es que un sistema de computación automático fusiona los datos para crear valor para el usuario. Lo importante es que las empresas sean transparentes en relación con el manejo de los datos personales”.
Emma Carr, directora de la organización británica Big Brother Watch, está de acuerdo, pero asegura que regular la recopilación de datos es “increíblemente difícil”.
A falta de una regulación más estricta, los consumidores tendrán que responsabilizarse más de la protección de su privacidad.
“Creo que la gente tendrá que asumir que los datos son uno de los bienes más valiosos del siglo XXI y estamos brindándolos sin reparos”, dice Carr. “La gente tendrá que estar mucho más informada sobre cómo funciona esto y cómo protegerse a sí misma y a su información”.