Espíritu de campeón
De niño, el deporte era una presencia constante en la vida de Robin Ammerlaan, ya fuera tenis de mesa, natación, judo o tenis. Pero empezó a experimentar dificultades para caminar. Después de dos intervenciones quirúrgicas en los pies y varios esguinces de tobillo, sus médicos diagnosticaron espina bífida, un defecto congénito de la columna vertebral.
De niño, el deporte era una presencia constante en la vida de Robin Ammerlaan, ya fuera tenis de mesa, natación, judo o tenis. Pero empezó a experimentar dificultades para caminar. Después de dos intervenciones quirúrgicas en los pies y varios esguinces de tobillo, sus médicos diagnosticaron espina bífida, un defecto congénito de la columna vertebral.
En 1997, cuando tenía 28 años, Ammerlaan fue sometido a una intervención en la columna. Después de la cirugía, ya no podía caminar pero estaba resuelto a seguir practicando el deporte, a pesar de necesitar una silla de ruedas para desplazarse. Después de seis meses en un centro de recuperación, volvió a coger su raqueta y el resto es historia.
Hoy, Ammerlaan es uno de los mejores tenistas en silla de ruedas del mundo, con cinco títulos no oficiales de Campeón del Mundo y la medalla de oro en individuales en los Juegos Paralímpicos de 2004.
El tenis en silla de ruedas exige mucha paciencia y estrategia, dice.
«Se trata de robar tiempo a tu oponente», dice Ammerlaan. «En el tenis en silla de ruedas, la pelota puede rebotar dos veces en el suelo pero si miras a los mejores jugadores, todos intentan golpear la pelota lo antes posible para robarle tiempo a su oponente. Tienes que planificar bien tus golpes. Se parece más al ajedrez que al tenis normal».
A lo largo de los años, Ammerlaan ha visto como la evolución de los equipos ha cambiado el juego. Al igual que en el tenis normal, las raquetas ligeras y rígidas de hoy en día, hechas de materiales compuestos, permiten a los jugadores golpear a mayor velocidad de lo que es posible con las raquetas de madera, lo que significa un juego más rápido. Pero los cambios más importantes se han producido en las propias sillas de ruedas.
«Hace 20 años, los jugadores utilizaban sillas de metal que pesaban entre 23 y 24 kilos», dice Ammerlaan. «La silla Invacare que yo uso hoy pesa aproximadamente la mitad. E intentamos mejorar los equipos continuamente, apro-vechando ideas y materiales de otros deportes».
Estas mejoras también benefician a los usuarios no deportistas de sillas de ruedas.
Ammerlaan explica: «Pongamos por ejemplo que podemos colaborar en una solución que reduce el peso de la silla en 400 gramos. Puede parecer poco pero esa pequeña diferencia puede permitir a alguien cargar solo la silla en el coche en vez de depender de la ayuda de otros. Y eso puede suponer una mayor autonomía en la vida diaria».
SKF es un proveedor importante de sistemas de actuación para Inva-care, sobre todo para aplicaciones en sillas de ruedas. Encontrará más información sobre Invacare y SKF en Evolution 4.2004.