Lena Treschow Torell – Misión: tecnología en beneficio de la sociedad
Los avances tecnológicos que se han producido en los últimos 50 años han traído la globalización y han sacado a millones de personas de la pobreza, según Lena Treschow Torell, ex presidenta de la Real Academia Sueca de Ciencias de la Ingeniería. Asegura que la tecnología sigue siendo la respuesta a problemas como el cambio climático y la escasez de energía.
Los avances tecnológicos que se han producido en los últimos 50 años han traído la globalización y han sacado a millones de personas de la pobreza, según Lena Treschow Torell, ex presidenta de la Real Academia Sueca de Ciencias de la Ingeniería. Asegura que la tecnología sigue siendo la respuesta a problemas como el cambio climático y la escasez de energía.
Industria
Fundada en 1919, la Real Academia Sueca de Ciencias de la Ingeniería (Ingenjörsvetenskaps-akademien o IVA) es la más antigua de su tipo del mundo. Promoviendo el intercambio de conocimientos y tendiendo puentes entre el mundo académico, el empresarial y el político, desempeña un papel clave a la hora de configurar el futuro de la sociedad. Este papel ha adquirido mayor relevancia bajo la presidencia de Lena Treschow Torell, quien aporta una sólida experiencia en los tres sectores.
Treschow Torell es catedrática de física y miembro del Consejo de Globalización del gobierno sueco. También es consejera de varias multinacionales (incluyendo SKF). A través de estas funciones, participa en muchos proyectos de alto nivel a escala nacional e internacional. Para Treschow Torell, aplicar la investigación y la tecnología en beneficio de la sociedad es un impulsor fundamental tanto personal como profesionalmente.
«Nunca antes en la historia de la humanidad ha pasado tanta gente de la pobreza a la prosperidad en tan poco tiempo», dice Treschow Torell. Señala que el número de personas que viven en la pobreza extrema ha bajado del 40 por ciento en 1980 al 15 por ciento actual.
«Hay menos gente que pasa hambre», dice, «y la malnutrición disminuye rápidamente, al igual que el trabajo infantil, gracias al creciente número de empresas globales que ofrecen oportunidades de empleo en los países en vías de desarrollo, lo que significa que los padres pueden permitirse enviar a sus hijos a la escuela, ya que no necesitan su dinero». Esto, según Treschow Torell, es el resultado del incremento del comercio y de economías integradas que, a su vez, son el resultado de la globalización alentada por los avances tecnológicos en el transporte y la comunicación.
Sostiene que, a pesar del impacto medioambiental de la creciente industrialización, el tráfico y la urbanización, las nuevas tecnologías han mejorado la calidad de vida de cientos de millones de personas.
A modo de ejemplo, Treschow Torell señala los progresos logrados en las grandes ciudades del mundo. «Incluso en los años 50, las emisiones de hollín derivadas del uso del carbón para la calefacción mataban a decenas de miles de personas cada año en Londres», dice. «Hoy, el agua en el centro de Estocolmo es tan limpia que podrías nadar en ella y la calidad del aire de Tokio, por ejemplo, ha mejorado enormemente».
Algunos podrían argumentar que el progreso tecnológico y las mejoras en el nivel de vida son armas de doble filo, que han ayudado a situar el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales en el primer plano de los problemas del mundo. Treschow Torell admite que son amenazas reales, pero no pierde su optimismo.
«No será la primera vez que hayamos superado retos medioambientales con la ayuda de la tecnología», dice. «No cabe duda de que los problemas de hoy son de gran magnitud, pero también lo es nuestro potencial para resolverlos».
Treschow Torell hace hincapié en la importancia de las decisiones políticas y la colaboración internacional en cualquier solución. Entre 1998 y 2001, fue directora de investigación del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea en Bruselas. Gracias a ese cargo, se dio cuenta de la importancia de los investigadores y científicos para proveer a los estamentos políticos de la información necesaria para la toma de decisiones.
«Me di cuenta de hasta qué punto los políticos de hoy necesitan a los científicos para adoptar una postura sobre temas complejos y muchas veces con un elevado contenido ético, como los alimentos modificados genéticamente y los productos farmacéuticos», dice Treschow Torell. «Como científicos, podemos ofrecer una base y argumentos para las decisiones políticas, pero no es nuestra obligación llegar a la decisión ‘correcta’».
Treschow Torell opina que las decisiones políticas también son importantes para salvaguardar la capacidad de investigación básica de un país. Cree que la financiación pública debe orientarse hacia aquellos campos en los que un país tiene una ventaja competitiva, fundamentada en la experiencia y la tradición.
Cuando se trata de investigación aplicada más especializada, muchas veces se puede confiar en el sector privado para aportar los fondos necesarios, sobre todo si los resultados se pueden convertir en productos comercializables. La propia Treschow Torell tiene un pie en la comunidad empresarial y no ve mal dejar que la iniciativa privada financie y controle determinadas áreas de investigación. Señala que las empresas globales desempeñan un papel importante en la transferencia tecnológica a los mercados emergentes.
«El comercio y las multinacionales han contribuido al desarrollo de la democracia y el bienestar en todo el mundo», señala Treschow Torell. Pero advierte que hay que vigilar el creciente poder de las corporaciones globales para evitar que la situación se perciba como una falta de democracia.
La solución, dice Treschow Torell, es establecer pautas para la gestión corporativa. Esto también beneficiaría a la comunidad empresarial, al crear un marco que garantice la transparencia y la estabilidad.
Las empresas necesitan estabilidad, dice, pero también necesitan empleados competentes para mantenerse en primera línea de la competencia global. Es un hecho bien conocido que muchas empresas encuentran dificultades crecientes para contratar a personal adecuado en el mundo desarrollado, sobre todo personal técnico. Treschow Torell, que es presidenta de Euro-CASE, el Consejo Europeo de Ciencias Aplicadas, Tecnologías e Ingeniería, dice que Europa se enfrenta a este problema.
«Desde hace varios años, el interés de los estudiantes por las carreras técnicas ha ido decreciendo, con la destacada excepción de Suiza», dice. «Aunque Suecia y Alemania han tenido muchos ingenieros excelentes, la generación joven no siente el mismo interés. Estados Unidos ha sufrido el mismo problema, pero lo ha podido afrontar mejor gracias a su capacidad para atraer a estudiantes asiáticos para compensar la falta de competencias».
Pero por fin los vientos vuelven a soplar a favor de las carreras técnicas, según Treschow Torell. Una de las razones de este resurgimiento es la globalización.
«El número de estudiantes que solicitan matricularse en carreras técnicas por fin ha empezado a subir nuevamente y creo que se debe en parte al hecho de que cada vez más jóvenes se dan cuenta que esa competencia es crucial para competir en la economía globalizada», dice.
Aunque Treschow Torell dejó la presidencia de la academia en agosto de 2008 para dedicar más tiempo a sus responsabilidades en numerosos consejos de administración, volverá a principios de 2009 como presidenta no ejecutiva. A pesar del cambio de papel, su misión sigue siendo la misma: promover una tecnología que beneficie a la sociedad.