Perfil: Paula Yankillevick
Una persona corriente que hace algo extraordinario: trabajar como voluntaria en proyectos destinados a mejorar la vida de la gente pobre de África.
Paula Yankillevick creció en Buenos Aires, Argentina, a finales de los 70. Como niña, le fascinaban los programas de televisión sobre África. Tanto los documentales como los llamamientos de ayuda humanitaria dejaron en ella una impresión que continúa igual de viva ahora que es adulta. Hoy,Yankillevick ha convertido esa fascinación en una actividad de dedicación completa: trabaja como voluntaria en proyectos para mejorar la vida de los habitantes de Togo, un pequeño país de 56.000 km2 con una población de 5,5 millones de habitantes.
Yankillevick trabaja con un grupo llamado UnAltroMondo, una organización fundada por ella y 11 personas más en 1998 en Milán, Italia. Tiene sus raíces en Movimento Umanista (humanístico), una organización de activismo social con un fondo ético, también con sede en Italia.
Yankillevick se fue a vivir a Milán en 1992, cuando tenía 17 años. «No hablaba inglés», recuerda, «así que decidí no ir a la universidad. Me puse a trabajar, primero cuidando niños –porque no hacía falta hablar bien el idioma– y luego en una institución financiera».
Cinco años más tarde, dejó su empleo para abrir una tienda que vendía productos artesanales de África y Asia. Cerró la tienda dos años después y tuvo una serie de empleos relacionados con personas y comunicaciones: centros de llamadas, líneas de ayuda, etc. Durante los tres últimos años, ha sido secretaria ejecutiva en una empresa de telecomunicaciones. Dejó ese empleo en mayo de 2006 para dedicarse plenamente a UnAltroMondo, alternando entre Milán y Togo. «Finalmente, me di cuenta que no quería pasar la vida detrás de un escritorio», admite riendo.
Con Movimento Umanistaestableció contacto a poco de llegar a Milán, un día que se puso a conversar con un miembro del grupo. Le atrajo su filosofía, expresada en su lema: «No hay nada más importante que el ser humano y ningún ser humano es menos importante que otro». Al constatar que ese pensamiento coincidía plenamente con el suyo, decidió participar de forma más activa. «Me ofrecía una forma de hacer algo en lo que creía y también me permitía conocer mejor mi barrio y su gente», explica.
Su familia vivía en el noreste de Milán, donde el grupo tiene proyectos para niños y gente mayor, centrándose en cohesionar la comunidad y resolver conflictos. A medida que pasaba el tiempo, Yankillevick se sentía cada vez más comprometida. «Creamos UnAltroMondo para tomar lo que estábamos haciendo en Italia y aplicarlo en el ámbito internacional», explica. «Como uno de los fundadores tenía contactos en Mali, empezamos allí. Parecía lógico porque es uno de los países más pobres del mundo, ocupando el cuarto lugar en el ranking de la pobreza de la ONU. Empezamos con un programa contra la malaria, trabajando con la gente del país para concienciarles sobre el tema».
Lo que diferencia la ayuda de UnAltroMondo la de otras ONGs en África es que ofrecen humanismo en vez de humanitarianismo, dice Yankillevick. Explica que el humanitarianismo es pasivo en algunos aspectos: Entrega bienes y servicios a las personas pero no les motiva para que cambien sus circunstancias. El humanismo sí. «Con el humanismo, las personas beneficiadas por nuestras acciones participan desde el principio en los proyectos que desarrollamos juntos», explica. Algunas organizaciones humanitarias también están empezando a aplicar el mismo enfoque pero, en su opinión, todavía hay demasiadas que trabajan en proyectos tradicionales de ayuda al desarrollo.
El éxito de los programas de UnAltroMondo en Mali animó a sus creadores a trabajar en otros países africanos, primero en Senegal y luego, hace tres años, en Togo. Togo está ligeramente por delante de Senegal y Malí en bienestar económico. Según la ONU, ocupa el puesto 143 en el ranking de 177 países (Senegal está en el 157, y Malí en el 174). Togo tiene tierras fértiles, fosfatos y piedra caliza. Antiguamente, se le llamaba la perla de África.
Sin embargo, el país ha sufrido casi cuatro décadas de gobiernos no democráticos y la economía está subdesarrollada. Organizaciones internacionales de derechos humanos han criticado a Togo, lo que ha provocado que la ONU lo excluya de su lista de países receptores de ayuda.
A pesar de ello, Yankillevick es optimista. «Togo tiene un paisaje precioso, recursos naturales, fauna salvaje y seis ecosistemas distintos», dice. «Faure Gnassingbe (elegido Presidente en 2005) ha estudiado en Estados Unidos y está abierto a la modernización. Y también llega algo de ayuda desde la Unión uropea».
Los proyectos de UnAltroMondo en Togo incluyen microcréditos, concienciación sobre el SIDA, información sobre higiene alimentaria, apoyo para una escuela con 400 alumnos y ayuda para orfanatos. Yankillevick trabaja directamente con 10 togoleños, que conoció por Internet. A su vez, ellos coordinan las actividades de 300 voluntarios repartidos por el país. «Decidí concentrarme en Togo porque había menos proyectos allí y me parecía que mi trabajo podría ayudar a cambiar las cosas para mejor», dice.
Lo que más le gusta a Yankillevick de sus estancias en el país es la gente. «Togo es un país muy acogedor, hospitalario y amistoso», dice. «La gente tiene un verdadero sentido de la comunidad. Tienen muchas ganas de mejorar su situación. Y como casi no tienen bienes materiales, sus valores son puros: familia, amistades y relaciones».
Yankillevick recuerda que empezó queriendo dar algo a África, «pero he recibido mucho más de ellos», dice. «Los togoleños nos pueden enseñar mucho. Es maravilloso trabajar con estas personas y ayudarles a construir su futuro».