Silencio por favor

Vivimos en un mundo ruidoso. Y el nivel de ruido aumenta cada día. Los expertos ya están trabajando para encontrar una solución.

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Vivimos en un mundo ruidoso. Y el nivel de ruido aumenta cada día. Los expertos ya están trabajando para encontrar una solución.

Industria

En abril de 2008, en los tranquilos jardines del Palacio de Lambeth de Londres, se celebró una conferencia sobre el silencio para poner de relieve lo ruidoso que es el mundo moderno y para ilustrar la importancia física, psicológica y espiritual de las zonas silenciosas y tranquilas. Su finalidad era muy seria, como también lo eran los 120 asistentes invitados.

El ruido se ha convertido en un grave problema medioambiental, ya provenga del tráfico, de obras de construcción, aviones, ferrocarriles o de vecinos. De hecho, prácticamente todos los aspectos de nuestra vida se ven afectados por cierto grado de ruido. La Conferencia sobre el silencio constató que, sólo en Inglaterra, las zonas afectadas por el ruido se han duplicado desde los años 60. Algunas ciudades británicas son ahora 10 veces más ruidosas que hace tan sólo una década. Cada vez cuesta más encontrar lugares donde reina la tranquilidad.

«Esperemos que prevalezca la razón y que las autoridades reconozcan lo que tantos investigadores y activistas ya sabemos: que el ruido es perjudicial para nuestra salud», dijo Arline Bronzaft, investigadora, escritora y asesora medioambiental, a los asistentes a la Conferencia sobre el silencio.

El ruido puede ser algo más que molesto. De hecho, el ruido –y las vibraciones que lo causan– puede ser peligroso, sobre todo en un contexto industrial.

El sonido o ruido consiste en una serie de vibraciones u ondas transmitidas a través de un sólido, líquido o gas. Un sonido generalmente se refiere a aquellas vibraciones compuestas por frecuencias capaces de ser detectadas por el oído. La unidad de frecuencia es el hercio (Hz) y se utiliza como medida del número de vibraciones por segundo del medio por el cual se propaga el sonido. Los seres humanos generalmente pueden oír sonidos con frecuencias de entre 20 y 20 000 Hz. Pero los niveles de sonido pueden ser mayores que los niveles de frecuencias que pueden detectar las personas, por lo que suele utilizarse otra unidad de medida, el decibelio, para cuantificar niveles sonoros relativos a algún punto de referencia (0 dB), generalmente el umbral de percepción del ser humano medio. Las conversaciones normales se desarrollan a 60-70 dB; el ruido del tráfico tiene 85 dB o más. Una exposición sostenida sin protección a niveles superiores a 90 dB puede producir daños auditivos permanentes.

El ruido ha sido un factor constante en la historia del hombre, pero no se hizo mucho para limitar sus efectos dañinos hasta los años 60. En 1959 John Connell se convirtió en uno de los pioneros de la legislación contra el ruido en Gran Bretaña cuando fundó la Noise Abatement Society (Sociedad para la reducción del ruido).

Fue una reacción a su frustración, al constatar que no existía ninguna autoridad nacional o local a la cual presentar las quejas por el ruido. El ruido era «un contaminante olvidado», dijo, y emprendió una campaña en los medios para divulgar el mensaje de que el exceso de ruido era destructivo y dañino para la sociedad. Recibió sacos enteros de cartas de personas que se comprometían a apoyar su iniciativa. En 1959 se celebraban elecciones generales, por lo que Connell se puso en contacto con los 1564 candidatos parlamentarios. Todos excepto tres respaldaron sus propuestas y, en 1960, Gran Bretaña se convirtió en uno de los primeros países del mundo en promulgar una ley sobre el ruido.

La nueva ley no intentaba definir o medir un nivel de ruido que pudiera considerarse molesto. Solo decía que era un sonido que molestaba a tres vecinos o más. Pero fue un primer paso. Restringía la megafonía en las vías públicas entre las 9 de la noche y las 8 de la mañana (la multa era de 10 libras). La ley también excluía específicamente el ruido de los aviones, lo cual irritó a Connell, que inició una campaña para trasladar el aeropuerto londinense de Heathrow a la costa este de Inglaterra. Aunque fracasó en ese intento, poco después se eliminaron progresivamente los vuelos nocturnos, se impusieron límites sobre el ruido admitido en las trayectorias de vuelo de llegada y salida del aeropuerto y, con el tiempo, se ayudó a los vecinos con subvenciones para insonorizar sus casas.

En la actualidad la contaminación acústica es un hecho reconocido y se regula con una legislación mucho más efectiva en todo el mundo. Y el problema se está abordando en su origen. A esos ruidosos reactores contra los cuales protestaba John Connell ya no se les dejaría aterrizar en Heathrow ni en muchos otros aeropuertos importantes del mundo. Se han rediseñado los propios motores para que consuman menos combustible, duren más y hagan menos ruido, gracias a la moderna tecnología de los turborreactores de doble flujo y una aerodinámica más eficiente. Y se está dedicando la misma atención a la supresión del ruido en todos los ámbitos de la construcción y la ingeniería. Los coches son más silenciosos y los edificios están «acústicamente optimizados». Pero los niveles de ruido ambiental siguen aumentando, algo en que hizo mucho hincapié la Conferencia sobre el silencio. Se necesitan más esfuerzos para reducir los niveles globales de ruido.

Competencia clave

El ruido y la vibración constituyen un campo prioritario de estudio para SKF. Como importante empresa de ingeniería, debe asegurarse de que sus productos y servicios cumplen sus propias exigencias rigurosas, lo que comporta identificar y resolver problemas como el ruido de los rodamientos. «La vibración y el ruido siempre se perciben como una amenaza en el diseño y fabricación de rodamientos», dice Maximilian Bichler, responsable del Centro de Competencia de Ruido y Vibración en el Quality Technology Centre de SKF en Steyr, Austria. «Los procedimientos de producción deben ser precisos en todas las fases de fabricación y montaje de un rodamiento. De lo contrario, pueden producirse vibraciones una vez instalado, con efectos negativos sobre el funcionamiento. Por lo tanto, aplicamos la experiencia acumulada en nuestro propio centro de tecnología de calidad para ayudar a nuestros clientes a tomar la decisión correcta para sus aplicaciones y sus necesidades de garantía de calidad».

El sonido más alto del mundo

Cualquier lista de los sonidos «más altos» es sumamente subjetiva. Depende mucho de cómo se mide el sonido y desde dónde. Sonidos históricos –como la erupción del volcán Krakatoa, por ejemplo, o la caída de un meteorito a tierra en Tunguska, Rusia– sólo pueden estimarse. Aun así, los siguientes sonidos parecen figurar en la mayoría de las listas:

1. Meteorito de Tunguska, 1908 300-315 dB
2. Terremoto < 235 dB
3. Bomba de una tonelada de TNT 210 dB
4. Llamada de la ballena azul >188 dB
5. Erupción del Krakatoa, 1883 180 dB
6. Lanzamiento del Transbordador Espacial 165-170 dB
7. Coches de carreras 155-160 dB
8. Disparos 145-155 dB
9. Fuegos artificiales 145-150 dB
10. Concierto de rock 135-145 dB