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Sintonizado con los negocios

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El empresario Leif Johansson ha sido considerado una de las personas más poderosas de Suecia. Su carrera es una suma de éxitos que han culminado en su reciente nombramiento como presidente del consejo de administración de Ericsson. La jubilación no entra en sus planes de futuro.

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Datos

Leif Johansson
Familia: Esposa con 45 años de matrimonio, cinco hijos y nietos
Residencia: Gotemburgo, Suecia
Ocio: Siente debilidad por las guitarras acústicas Martin. “Son instrumentos fantásticos”, dice. “Son obras exquisitas hechas en Nazareth, Pensilvania, una fusión maravillosa de alta tecnología y esmero artesanal. Tengo un par en casa bueno, en realidad son seis o siete…”.
Lema preferido: “La vida es un juego de naipes; toma las cartas malas con las buenas y ponte a jugar”.

Con solo 10 años, Leif Johansson ya lo sabía todo sobre el rectificado de aros de rodamientos. Su padre Lennart Johansson trabajó durante 50 años en SKF. Empezó como empleado de producción, fue ascendiendo por la jerarquía hasta llegar a ser director ejecutivo. “Mi hermano y yo a veces lo acompañábamos al taller los sábados”, recuerda. “Le apasionaba la fabricación; su ejemplo fue muy inspirador”.

Lennart Johansson quería que sus hijos tuvieran una buena educación, algo que él no había podido tener. Cuando Leif anunció, con 14 años, que quería tocar en una banda de rock, Lennart le dijo que podía hacer lo que quisiera siempre que sacara buenas notas en matemática y ciencias. “Ahora, con 65 años, creo que fue acertado”, reflexiona Johansson. “El mundo se libró de un mediocre guitarrista”. Aunque Johansson siguió tocando la guitarra, terminó estudiando ingeniería, y el resto, como dicen, es historia.

Me encanta ir a trabajar y conocer a gente con talento. Disfruto mucho de formar parte de un grupo de personas más amplio.
Leif Johansson

Su carrera tuvo un ascenso fulgurante. Con solo 27 años, fue nombrado director ejecutivo de la división de motocicletas de Husqvarna, el fabricante global de maquinaria para uso exterior. Posteriormente, fue director ejecutivo del antiguo fabricante de productos de oficina Facit, del fabricante de electrodomésticos Electrolux y finalmente del Grupo Volvo. Hoy es presidente del consejo de administración del gigante de telecomunicaciones Ericsson y de la compañía biofarmacéutica global Astra-Zeneca, consejero del fabricante de sistemas de seguridad para automóviles Autoliv, presidente de la Real Academia Sueca de Ciencias de la Ingeniería (IVA), vocal de la Mesa Redonda Europea de Industriales (ERT) y asesor del alcalde de Pekín y del gobernador de la provincia china de Jiangsu. Y aún le queda tiempo para dirigir su pequeña empresa de inversiones.

A lo largo de su vida, Johansson ha recibido la Medalla de Su Majestad el Rey, la Legión de Honor de Francia, doctorados honoris causa y más distinciones. No está nada mal, teniendo en cuenta que, según afirma, nunca ha planificado su carrera. “Tengo algo de espíritu aventurero y suelo aceptar las propuestas que me hacen”, explica Johansson. “Si la empresa considera que me necesita, lo hago”. Figura regularmente en las listas de las personas más poderosas de Suecia, aunque Johansson asegura no compartir esa sensación. Sí reconoce cierto sentido de responsabilidad que conlleva el poder. “Las empresas deben estar al servicio de las sociedades en las que operan”, afirma. “De lo contrario, terminarán fracasando”.

Leif Johansson
A lo largo de los años, Leif Johansson ha recibido la Medalla de Su Majestad el Rey, la Legión de Honor de Francia, doctorados honoris causa y más distinciones.

Johansson ha pasado su larga carrera trabajando en grandes multinacionales suecas donde, dice, “quedarse en el mismo sitio no era una opción”.

Las empresas suecas empezaron muy rápido a exportar recursos naturales y no tardaron en implantarse en el extranjero. “A diferencia de las empresas alemanas o estadounidenses, nunca tuvimos un mercado interior donde crecer o refugiarnos”, explica Johansson. “Pero teníamos tecnologías muy buenas y un dominio de la ciencia y la física que transformamos en empresas innovadoras”.

Este legado todavía existe pero Johansson advierte que está en peligro. “Estamos perdiendo a los jóvenes en las escuelas”, señala. “Deciden que la matemática es difícil y no conseguimos convencerlos para que la vean como un idioma que sería bueno aprender -y ciertamente, es un idioma”.

Desde la IVA, ante una previsible escasez de ingenieros, Johansson intenta animar a más jóvenes a estudiar ciencias naturales y tecnología. “Si pudiéramos incrementar el número de matriculados en carreras técnicas, la mitad del problema estaría resuelto”, dice. “La otra mitad se podría solucionar con la inmigración. Si no lo conseguimos, iremos perdiendo valor agregado poco a poco y eso no es bueno para un país”. Johansson también advierte que los éxitos de Suecia en el pasado no se repetirán sin esfuerzo.

“Creo que, como país, hicimos casi todo mal entre 1968 y 1992”, afirma Johansson. “El régimen fiscal para particulares y empresas desincentivó la formación de empresas nuevas en Suecia, y las existentes lo pasaron muy mal. Fue la peor catástrofe de la historia empresarial sueca; casi cada año el desarrollo de nuestra productividad fue negativo”. Desde entonces, dice, Suecia “lo ha hecho casi todo bien”, gracias a un sistema fiscal que ahora incentiva la creación de empresas nuevas en vez de ahuyentarlas.

Johansson es un ferviente defensor de la Unión Europea y, como miembro activo de la ERT, le consterna escuchar a los políticos que quieren volver a la “vieja” Europa. “Europa ha sufrido guerras terribles”, dice, “y, desde mi punto de vista, evitarlas sigue siendo un argumento muy válido a favor de la UE”. También teme perder ventaja competitiva y un mercado atractivo para inversiones si se da la espalda a la unificación. “Si volvemos al aislamiento, sería negativo para todos los países, pero sobre todo para los pequeños”, afirma. “También tenemos una generación joven acostumbrada a estudiar y trabajar en cualquier país de Europa. Los mayores no debemos tirar por tierra todo lo que se ha logrado”.

Johansson ha cumplido los 65 años pero niega tener planes para jubilarse. “¡Rotundamente no!”, exclama. “Me encanta ir a trabajar y conocer a gente con talento. Disfruto mucho de formar parte de un grupo de personas más amplio y, si además resulta interesante desde una perspectiva tecnológica o científica, mucho mejor”.