Ugo Nespolo – un artista lo hace “a su manera”
Resumen
LUGAR DE NACIMIENTO: Mosso Santa Maria, cerca de Biella, Italia.
FECHA DE NACIMIENTO: 29 de agosto de 1941.
FAMILIA: casado, con dos hijos, Camillo, de 19 años, y Violetta, de 15 años, y Febo, un perro salchicha de pelo duro.
INTERESES: el mundo.
PELÍCULA FAVORITA: “Imposible decir una. Recientemente vi Malditos bastardos y me gustó. Me encanta Jerry Lewis y no comprendo por qué no se valora su genialidad en su propio país”.
LIBRO FAVORITO: El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger.
ARTISTA FAVORITO: “De nuevo, imposible decir uno. Me vienen a la mente Vermeer, Miró, Matisse y Matthias Grünewald”.
El artista italiano Ugo Nespolo combina un insaciable apetito artístico e intelectual con una pasión por hacer las cosas a su manera.
Para cantar con Andrea Bocelli, cenar con Woody Allen, rodar con Brian de Palma y conversar con Andy Warhol, hace falta algo más que energía y talento creativo. Se necesita una insaciable curiosidad intelectual de 360 grados. El artista italiano Ugo Nespolo posee esa curiosidad y por eso ha hecho todas esas cosas, entre otras muchas, a lo largo de sus 50 años de carrera artística.
Nespolo recibió el prestigioso premio Bolaffi de Italia en 1974 y sus exposiciones han sido aclamadas en Europa, América del Norte y del Sur, y en Japón. Está muy solicitado para diseñar producciones de ópera y campañas de publicidad, diseños de créditos para televisión y diseños de libros para editoriales. Pocos artistas han trabajado con tantos medios y tanto entusiasmo, y han sido acogidos tan cálidamente por la crítica. La producción artística de Nespolo incluye cuadros, esculturas en cerámica, vidrio y bronce, películas experimentales, diseño de muebles y alfombras, decorados y vestuarios para el teatro, y carteles publicitarios. Sus creaciones han incorporado bordados, alabastro, ébano, nácar, plata y madera.
Además, como le cuenta con orgullo a una persona que visita su taller de 4000 metros cuadrados en el centro de Turín, lo hace «a su manera». («A mi manera», como el gran éxito de Frank Sinatra, «My Way», una de las canciones preferidas de Nespolo, por lo que no es casualidad que una exposición retrospectiva italiana de 2007 sobre la obra del artista se llamara «My Way»).
El estudio de Nespolo es una fábrica de porcelana de tres plantas. La ha ido comprando poco a poco desde principios de los años 80 y renovándola a su manera. El resultado es un espacio colorido, creativo y casi infantil en su exuberancia. En la entrada al patio hay una motocicleta decorada y firmada por él. La planta principal incluye un espacio donde expone sus obras, a modo de pequeña galería. La planta superior está dedicada a las películas y tiene una sala de proyección y un auditorio con 40 butacas. El despacho de Nespolo, su laboratorio y otros espacios de trabajo para cerámica y vidrio están situados en la planta intermedia. Algunos muebles fueron diseñados por él, otros por el arquitecto y diseñador italiano Ettore Sottsass. También tiene muebles norteamericanos de los años 50 («¡Porque me encantan!»). En su despacho tiene una vieja gramola americana, una moqueta diseñada por él y banderas de países que admira.
El entusiasta artista nació en la población de Mosso Santa Maria, cerca de Biella, en el noroeste de Italia, el 29 de agosto de 1941. Libero, su padre, fiel a su nombre (que significa ‘libre’), era una persona inquieta y curiosa, y le gustaba cambiar de oficio y residencia cada varios años. Su madre aceptaba estos cambios con estoicismo, recuerda Nespolo. Un tío paterno, que era pintor y artista, pasaba mucho tiempo con la familia durante esa década y animaba al joven Ugo en sus primeros intentos de trabajo artístico.
Nespolo se licenció en literatura moderna en la Universidad de Turín. Estudió, entre otras materias, semiótica e historia del arte. También estudió Bellas Artes en la Accademia delle Belle Arti de Turín, bajo la presidencia de Enrico Paulucci. «No tuve que sacrificar una carrera por la otra», recalca el artista. «Me interesaba una vida intelectual completa».
Gracias a su licenciatura, Nespolo pudo enseñar arte en los institutos de educación secundaria, pero ya sabía que quería ser artista. Los primeros años de la década de los 60 fueron una época de fervor intelectual en Turín y el joven pintor se incorporó al movimiento vanguardista de la ciudad. Cuando no estaba dando clases, pintaba frenéticamente y enseñaba sus obras a las galerías locales. Conoció al galerista milanés Arturo Schwartz y así obtuvo un pequeño contrato. Schwartz era una figura influyente en el mundo internacional del arte y ayudó al joven a montar una exposición en Nueva York. Schwartz recuerda a su protegido como «una de las figuras más interesantes de la posguerra, como artista y como personalidad».
Con la ayuda de Schwartz, Nespolo empezó a ser un artista conocido. Con el tiempo, empezó a ganar más con sus cuadros que como profesor y dejó la docencia para dedicarse al arte a tiempo completo.
Por aquel entonces, el arte povera (en el cual los objetos de arte se hacen con elementos sencillos) se estaba convirtiendo en un movimiento artístico importante en Europa que coincidía con el deseo de Nespolo de cuestionar las expectativas dominantes respecto al arte y experimentar con distintos medios a su manera. Hizo esculturas de arte povera y creó cuadros en forma de puzle. Por sugerencia de Fernanda Pivano, escritora y traductora italiana, también trabajó en el cine experimental. En 1966 hizo su primera película, Grazie,
Mamma Kodak («Gracias, mamá Kodak»). «La idea era usar la cámara como si fuera un pincel», explica.
Empezó a diseñar decorados y vestuarios de ópera en los años 80, cuando pasaba parte de cada año en los Estados Unidos. La Stamford Opera House, en Connecticut, solicitó sus servicios, y Ugo aceptó porque el reto le atraía. «El arte puede encaminarse en todas las direcciones relacionadas», dice. «No está forzado. Si eres un artista, estudias los materiales y desarrollas tus ideas».
En los años 90 descubrió dos nuevos amores, la cerámica y el vidrio. Richard Ginori, productor de cerámica, le pidió ser su director artístico y él aceptó. Uno de sus directores anteriores había sido el diseñador industrial Gio Ponti, por quien Nespolo profesaba un gran respeto. Barovier & Toso, fábrica de cristal de Murano, solicitó su colaboración y la escultura en vidrio le pareció «milagrosa».
«Un artista no debe limitarse», explica Nespolo. «Hago lo que me place. No hay problemas para pasar de un medio a otro. Tengo curiosidad y el arte es un elemento intrínseco en todos los demás medios con los que trabajo y creo».
Por supuesto, a su manera.
Ugo Nespolo reflexiona sobre cómo ha cambiado su arte desde los años 60
«Mi visión artística no ha cambiado, pero la he perfeccionado. Cuando era más joven, quizás me preocupaban más los críticos y lo que pensaban de mi obra. Un artista debe tener en cuenta el arte contemporáneo pero debe mantenerse por encima de las noticias diarias. En cierto momento, los críticos proclamaron: ‘La modernidad está acabada’. Pero hoy hay más confusión que nunca. La idea de que la historia sigue una trayectoria claramente definida no tiene fundamento teórico.
«Lo que me guía es la contaminación entre la vida real y el arte. Antes había ‘cultura alta’ y ‘cultura baja’, cultura para la élite y cultura para las masas. Eso ya no es así. Un artista actual debe combinar las dos, recurriendo a todos los medios a su alcance, no sólo los soportes clásicos asociados al arte, sino también los grafiti, películas serie B, publicidad, etcétera.
«Andy Warhol fue un genio artístico. También fue un genio del marketing, pero comprendió la relación entre el arte y el resto del mundo. Comprendió el espíritu de la segunda mitad del siglo XX e intentó captarlo.
«El arte no es ‘bello’ por definición. Estamos rodeados de arte feo y diseño industrial bello. Roger Scruton [un crítico inglés de arte] sugiere que deberíamos buscar la armonía en el arte si no la podemos encontrar en nuestra discordante vida diaria. Tenemos el deseo de vivir una vida hermosa, pero la vida parece fea. Sin embargo, si comparamos nuestra vida con la que se vivía a principios del siglo XX, la vida hoy sí que es mucho más hermosa».
«Ya no tomamos en serio la política. Así que un poco de trasgresión e ironía puede ser útil. Debemos ser más eclécticos para aceptar y ver el mundo tal como es. Un mundo infantil puede ser positivo».