Industria

Sin tiempo que desperdiciar

La industria de la celulosa y el papel puede evocar imágenes de humo negro, ríos sucios y deforestación. Pero una empresa canadiense está trabajando intensamente para cambiar esos estereotipos de la industria. Mercer International explota tres de las plantas de papel madera blanqueado del norte más ecológicas del mundo, incluida Zellstoff Celgar, a las afueras de la ciudad de Castlegar, en Columbia Británica.

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Datos

Mantenimiento predictivo personalizado de SKF

Desde 2006, los servicios de gestión de activos de SKF han estado trabajando dentro de la planta de Zellstoff Celgar para ayudar a mejorar la confiabilidad y disponibilidad de la maquinaria crítica.

“Antes se usaba el mantenimiento preventivo que, en realidad, es más costoso que el mantenimiento predictivo”, afirma José Rabell, jefe de proyecto de PdM Services. “Antes se lubricaba en función del tiempo, de acuerdo a un calendario. No se podía predecir qué pasaba. Ahora, se realiza una lectura de vibración y solo se lubrica cuando es necesario”.

Hay más de 70 aparatos de SKF instalados en la planta de Celgar: sistemas en línea con unidades inalámbricas, unidades por cable, unidades portátiles y sistemas de protección de las turbinas. Se procesan y analizan diariamente unas 250.000 lecturas con @ptitude, el software de apoyo a la toma de decisiones de SKF.

El servicio y soporte de SKF ayudó a Celgar a alcanzar un logro inaudito en la industria: cero fallas de mantenimiento no previstas en 2012.

@ptitude es una marca registrada del Grupo SKF

 

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Zellstoff Celgar

Contacto de venta

Walter Del Degan, Walter.Del.Degan@skf.com

En el oeste de Canadá, Zellstoff Celgar no solo es sinónimo de papel madera de primera calidad utilizado en una gama de productos como papel tisú y para escribir, sino que también es sinónimo de bioenergía.

Zellstoff Celgar utiliza fibra residual –conocida como desecho de madera– en el proceso de elaboración de la celulosa. Se cocina en un digestor para descomponer la lignina que mantiene la madera unida. La mitad de lo que queda se convierte en pasta de celulosa, que se utiliza para hacer papel. La otra mitad es licor negro, un biocombustible. El licor negro se quema en las modernas calderas recuperadoras de la planta para generar bioenergía renovable.

La madera se considera carbono neutral y, por lo tanto, la energía que proviene de la madera se califica como “verde” o “ecológica” en contraposición a la energía “marrón” producida por el carbón, que es no renovable.

“Comenzamos realmente a producir bioenergía en 1961, el día en que se inauguró la planta”, explica Ralph Lunn, gerente de ingeniería de procesos en Zellstoff Celgar. “Cuando se elabora la pasta, se libera lignina, que se recupera y se quema en una caldera. El vapor que produce la caldera se envía a una turbina para generar electricidad o producir bioenergía. En 1993, se amplió significativamente la capacidad de la planta, de 600 a 1200 toneladas por día, lo que incrementó en una proporción similar la cantidad de lignina recuperada y quemada”.

Lunn, que trabaja en la planta desde 1992, es responsable de los bioproductos, I+D y energía. Es testigo directo de las inversiones realizadas a través de los años que han incrementado la producción de la planta y, con ello, la cantidad de bioenergía producida.

Durante varios años, la planta no tenía capacidad en las turbinas para utilizar el vapor adicional producido y este simplemente se expulsaba a la atmósfera. Para aprovechar el vapor y producir más bioenergía, se instaló una nueva turbina en 2010. Esto se convirtió en el Proyecto Energía Ecológica.

“Con una inversión de 61 millones de dólares, este proyecto incluyó la instalación de un segundo conjunto de turbina y generador con una capacidad de diseño de 48 megavatios para aumentar la capacidad generadora instalada de la planta a 100 megavatios. También se mejoraron la caldera de corteza y las instalaciones de vapor de la planta”, afirma Lunn.

La inversión convirtió a Celgar en la planta de línea única más grande de Canadá.

El financiamiento del proyecto provino de la empresa matriz de Celgar, Mercer International, y del gobierno canadiense a través de su Programa de Transformación Ecológica de Celulosa y Papel (Pulp and Paper Green Transformation Program). El programa apoya los proyectos de inversión que conservan o producen energía, o que reducen el impacto ambiental. Fue creado en respuesta al crédito fiscal sobre el licor negro que habían ofrecido los Estados Unidos a sus empresas.

En esa época, Celgar también firmó un Convenio de Compra de Electricidad (Electricity Purchase Agreement) de diez años de duración con BC Hydro, una compañía eléctrica local, para vender el excedente de energía a precios de energía ecológica favorables. La planta produce aproximadamente 520.000 megavatios-hora por año, pero solo usa unos 340.000 megavatios-hora; el resto se alimenta a la red de BC Hydro, que abastece a más de 16.000 hogares en la región.

Según Lunn, actualmente la planta utiliza alrededor de 65 megavatios de la capacidad total de la turbina (100 megavatios), con lo que queda capacidad para generar más energía.

“Ello supondrá una mayor producción de vapor, un menor uso de vapor en la planta, o ambas cosas”, prosigue. “Estamos buscando constantemente formas de ahorrar vapor en la planta, pero aumentar la producción de vapor se perfila como una propuesta más intensiva en capital”.

Celgar genera varios subproductos en la planta como parte del proceso existente, y Lunn y sus colegas están investigando formas de darles valor. Se trata, por ejemplo, de las cenizas volantes de la caldera de biomasa, el metanol de los condensados y el aguarrás del licor negro.

Para Celgar, ser una empresa ecológica de verdad implica pensar de manera sostenible a través de toda la cadena de valor. La planta es muy estricta con sus proveedores: solo acepta madera certificada cosechada de manera sostenible. La eficiencia y la excelencia operativa de los procesos de producción de Celgar están certificadas conforme a las normas ISO 9001 e ISO 14001 de calidad y gestión medioambiental. Asimismo, la empresa está trabajando activamente con la industria del transporte para disminuir su huella de carbono. Un paso en la dirección correcta es el aumento reciente del 15% en el tamaño de los camiones de chips, lo cual representa una reducción del 15% del número de camiones que circulan por la carretera.

El equipo de Celgar espera que su labor educativa y de concientización en la comunidad ayude a cambiar la imagen típica de negocio sucio que tienen las plantas de celulosa.

“Es importante saber que la mayor parte del ’humo’ blanco que sale de las chimeneas es, en realidad, vapor de agua”, dice Lunn. “El resto es tratado con varias tecnologías de lavado para minimizar la contaminación atmosférica, que es necesario para cumplir con los estrictos requisitos de los permisos ambientales de la planta”.

Descargue la aplicación de Evolution para iPad para ver un video sobre lo que ha aportado SFK a Zellstoff Celgar.